Cada vez más casos de personas que dejan deudas haciéndose pasar por otros

Kafka en su novela 'El proceso' no lo habría descrito mejor. Métase en la imaginación del escritor para desarrollar el siguiente argumento: "Una persona de mediana edad empieza a recibir un buen día llamadas en las que se le asegura que debe una cantidad que asciende a unos tres mil euros. "¿Cómo? ¿A quién? Si yo nunca he gastado tal dinero" , responde ella. "Se lo debe a un banco de Internet" , le contestan tajantemente. Así, la llaman durante varios meses. Lo curioso es que no le dicen cómo se ha originado y, mejor aún, ella no utiliza tarjetas y ni siquiera sabe encender un ordenador.

Así que nos decidimos a acompañarla a la sede física de esta empresa. Allí reconocen que han llevado su caso pero que ahora sus papeles no están. A partir de ahí se producen una serie de irregularidades contrarias a la Ley de protección de datos tal y como nos declara Artemi Rallo, director de la Agencia Española de Protección de Datos. Para empezar, se vulnera nuestro derecho de acceso: no nos dejan saber de dónde han sacado esos datos y a quién se los han pasado. Además, aunque la ley les obliga a ello, no nos entregan un documento escrito en el que figure que o estamos o no estamos en esos ficheros. Pero además, tal y como indica la jurisprudencia, ellos desconocen si son ciertas las deudas que nos reclaman. "Simplemente el que nos contrata nos pasa un listado de personas y del dinero que deben, ya está". A partir de ahí, se le llama o se le envían cartas pidiéndole que pague.

Todo esto se traduce en un situación kafkiana: te acusan de una deuda, no te dan explicaciones de cómo la has provocado y tu misión es probar que tú eres tú y que hay otra persona que se hace pasar por ti. Artemi Rallo, repasando los datos de la agencia nos señala que "uno de los problemas que más hemos atendido han sido las deudas inexistentes. Muchas porque empresas han dado de alta servicios que los propios interesados no habían solicitado y otras porque alguien les había suplantado su identidad. Habían contratado compras y luego habían dejado las deudas pendientes. Luego, la persona real cuando va a solicitar un crédito o contratar una línea de teléfono se encuentra con que no se la dan porque figura como moroso".

Eso le pasó a Damián. Fue a informarse en una oficina comercial de una inmobiliaria. Para darle un presupuesto le pedían la nómina y la fotocopia del DNI. Los entregó pero finalmente no le convenció el presupuesto y así quedó el tema. Pero no para el comercial. Éste no se conformó. Como se demostró en un juicio posterior, esta persona abrió cuentas en bancos de Internet a nombre de Damián y solicitó varias tarjetas de crédito. Se compró relojes de lujo y se hizo tratamientos de belleza con ellas. Pero llegó fin de mes y había que afrontar esos gastos. Sin embargo, eso no pasó. Con lo que Damián, que es el que figura como titular quedaba como moroso.

"Pasé por una pesadilla para demostrar mi inocencia porque la presunción de inocencia en estos casos brilla por su ausencia". De hecho, parece habitual que muchas personas acaben formando parte de un fichero de morosos sin antes ser advertidos, tal y como indica la Ley de protección de datos.

Precisamente, desde esta agencia se vigila que todas la empresas cumplan con esos requisitos para velar por los ciudadanos. Sin embargo, pese a sus esfuerzos sigue sucediendo: que muchos aprovechados recopilen datos personales nuestros y, suplantando nuestra identidad, comiencen a realizar gastos a nuestra costa.

FUENTE: www.telecinco.es