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Fue el día de San Valentín, el 14 de febrero a las tres de madrugada. Un ladrón rompe a patadas la puerta de la emblemática pastelería Escribà, en la Gran Via de Barcelona. Una vez que consigue hacer un agujero entra en la tienda acompañado de un perro.
Todo pasó muy rápido. En unos tres minutos. Cuando el caco se dirige a la máquina registradora suenan las alarmas. En ese momento, se apresura y se lleva dos cajones de las cajas y otra metálica que rompió contra el suelo en el que había dinero para cambio. En total, el ladrón robó unos 700 euros. Además de la puerta, también rompió una impresora para los tickets de compra.
El pastelero Christian Escribà dormía en el piso de arriba cuando sucedió el robo. “Me enteré porque oímos los golpes. Desde la central de alarmas nos llamaron. Y vimos las cámaras de seguridad por el móvil y llamamos a la policía”, relata Escribà, que ha denunciado los hechos. Cuando el pastelero bajó a la tienda el malhechor ya se había dado a la fuga y rápidamente llegaron los Mossos.
Las cámaras de seguridad del local grabaron el robo y a partir de las imágenes han editado un vídeo cómico. En él, aparecen subtítulos que recuerdan al caco que abren de 9 a 21 todo el año y no hace falta entrar a las 3 de la mañana y reventar la puerta. También aparecen los mensajes en inglés What? (¿Qué?) y OMG!!!, en referencia a Oh my God! (¡Oh, Dios mío!) mientras suena la canción del rapero Ludacris Move Bitch Get Out Da Way.
Montaje del viedo de las cámaras de seguridad que colgó Escribà en las redes sociales
“Lo primero que se me ocurrió es darle la vuelta al robo y enfocarlo desde el humor sin dejar de denunciarlo”, comenta Escribà. Ahora tiene pensado difundir el vídeo a través de sus redes sociales. Los responsables del negocio también han facilitado las imágenes a los Mossos, que mantienen una investigación abierta.
La histórica tienda Escribà se fundó en 1906, cuando Mateu Serra i Capell abrió el Forn Serra. Hoy en día, el negocio está dirigido por Christian Escribà, cuarta generación de la familia. Su escaparate a pie de calle en la Gran Via se ha convertido en todo un clásico de los barceloneses para observar las creaciones del pastelero, especialmente las monas de Pascua.
Fuente: Lavanguardia