Con el precio de la gasolina por las nubes y la crisis golpeando sin piedad, los amigos de lo ajeno tienen un nuevo objetivo: las gasolineras. La cosa no es nueva, pero la preocupación por cómo ha aumentado sí. La subida de precios de las últimas semanas ha provocado que los 'simpas' en las estaciones de servicio de Baleares se hayan disparado. Con más o menos ingenio, por las bravas o directamente a la carrera y sin mirar atrás, cada vez hay más personas que deciden repostar sin pagar, y también sin saber que se embarcan en una aventura que suele acabar en los juzgados y no muy bien para ellos.
Y es que las cosas han cambiado.Los dueños de las gasolineras están hartos y los ladrones de combustible no tienen escapatoria. Si antes era muy difícil pillar a los infractores y los empresarios asistían atónitos al fraude soportando cuantiosas pérdidas sin poder hacer nada, actualmente eso ya no es así. Tal y como asegura el presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio de Baleares, Jesús Salas, "ahora muchas gasolineras cuentan con modernas cámaras de seguridad, capaces de leer las matrículas de los infractores hasta en las circunstancias más difíciles –algunos utilizan productos para taparlas- por lo que al final se les identifica y las denuncias les acaban llegando".
Pero los ‘ladrones de combustible’ saben perfectamente dónde actúan. Suelen elegir estaciones de servicio sin barreras y aquellas en las que saben que se puede repostar sin haber abonado antes la gasolina para huir a la carrera sin pagar. Además, no suelen repetir, van cambiando de lugar creyendo que así no les atraparán. Se equivocan.
En este sentido, Salas añade que la gente que hace 'simpas' se confía "y lo hace una y otra vez en estaciones diferentes hasta que al final le llegan todas las denuncias juntas y las multas son mucho mayores". Las estaciones de servicio han hecho una inversión muy fuerte en cámaras de seguridad, "por lo que es muy fácil identificarlos y denunciarlos", asegura Salas. Aunque en un primer momento la inversión tanto en cámaras como en barreras puede resultar elevada, a su juicio "merece la pena y a la larga es rentable porque las gasolineras ganan en seguridad".
Perfil del ladrón de combustible
Pese a que el fenómeno no es nuevo y tras el alza del carburante se está extendiendo, no existe un perfil definido de los infractores. Empresarios y autoridades han visto de todo: desde jóvenes que en una noche de copas hacen el ‘simpa’ con el coche de su padre y es éste último quien descubre el pastel cuando recibe la correspondiente denuncia, hasta personas bien posicionadas y con coche de empresa que –quizá por olvido- se marchan de la gasolinera sin pagar.
Pero por delante de estos dos grupos se encuentran los clásicos delincuentes, bien conocidos por la Policía y que tras robar un coche se dedican a repostar por la cara en la primera estación de servicio que encuentran a su paso. Éstos no siempre salen a la carrera cuando son sorprendidos e incluso llegan a enfrentarse a los empleados que les recriminan su comportamiento.
Eso es lo que le sucedió hace pocas semanas a Pedro, un trabajador de una estación de servicio de Palma, cuando sorprendió a una persona en actitud sospechosa junto a los surtidores de combustible. Tras comprobar que el susodicho se iba sin pagar salió de la caja y le abordó para cobrar la gasolina. El infractor –que había llenado además del depósito dos garrafas de grandes dimensiones con gasolina- lejos de amedrentarse o pedir disculpas, se bajó del vehículo y comenzó a increpar al empleado, que llamó inmediatamente a la Policía, a la vez que el ladrón huía a toda velocidad con el vehículo.
Las consecuencias
El proceso para conseguir pillar a los infractores y que no se salgan con la suya suele ser engorroso pero efectivo. Engorroso porque es necesario "perder una mañana en poner una denuncia en el juzgado y otra mañana en el juicio", opina Salas, pero efectivo porque "al final se suele recuperar todo el dinero cuando concluye el proceso judicial". Por eso desde la Asociación Balear de Estaciones de Servicio no disponen de un balance de pérdidas por estas infracciones.
"Hemos llegado a ir a juicio por solo tres euros", dice Jesús Salas, que añade que "no es por la cantidad, lo hacemos para que el culpable no lo vuelva a hacer". "La Policía está avisada y no les pilla de sorpresa, están muy acostumbrados a este tipo de delito, pero ahora con las cámaras de alta resolución es muy fácil pillarlos" concluye Salas.
FUENTE: www.elmundo.es