Apenas pasa un minuto de las nueve de la mañana del martes 18 de enero cuando Marta Villayandre entra con su coche en la plaza de San Isidoro. Aparca en un lugar que no capta la cámara y a los pocos segundos se observa a una mujer, pantalón oscuro, abrigo de piel negro, pelo castaño. Lleva de la mano a una niña con mochila.
Esta imagen habría pasado desapercibida si ese día no se hubiera denunciado la desaparición de la joyera leonesa. El sistema de videovigilancia del casco antiguo de León registró una escena que hoy es sobrecogedora. La policía rebobinó la cinta para intentar averiguar si Marta Villayandre iba acompañada de otra persona, además de su hija, o si era seguida por otro coche.
Pero no había nada sospechoso ni anormal en el trayecto que realizaba cada mañana, de lunes a viernes, para dejar a su hija en el Colegio Leonés. El Peugeot 206 salió al cabo de unos minutos de la plaza y no se volvió a registrar más su presencia.
La mamá tampoco regresó. Durante trece días nada se supo de su destino, que ya se barruntaba trágico antes de que el 31 de enero fuera hallado el cuerpo sin vida de Marta Villayandre Bayón, de 40 años, en un barranco de la localidad asturiana de Parana.
La habían matado por unas joyas. Por nada. Ese día el magistrado Juan Carlos Suárez-Quiñones, titular del Juzgado de Instrucción número 2 de León, empezó a tomar declaración a las cuatro personas imputadas en su desaparición, en el robo con violencia y en el homicidio.
De los cinco delitos graves registrados en el gremio de la joyería en León los últimos siete años ninguno ha tenido un final tan trágico. En enero de 2004 fue asaltada por el procedimiento del butrón una joyería en la calle Ordoño II, 12; en julio de 2004 y en noviembre de 2005, otro joyero de la misma calle fue víctima de dos robos con intimidación y en marzo de 2009 se produjo otro robo con intimidación en un establecimiento de Gran Vía de San Marcos.
A Marta Villayandre, que trabajaba en la venta directa de alhajas, le quitaron la vida por 20.000 euros, el valor de su muestrario que hoy constituye una de las pruebas del sumario y que fue encontrado por la Policía en uno de los registros domiciliarios.
Aquel martes brillaba el sol del invierno leonés. Pero imperó la frialdad humana. Carlos Moreno y Óscar Tello, dos colombianos de 30 y 46 años de edad, viven en León desde hace más de cinco años. Sus esposas conocen a Marta Villayandre porque le han comprado alguna joya. A través de esta relación de confianza, se citan con la joyera en un piso de la calle Sancho Ordóñez, en el corazón del barrio de San Mamés.
Marta Villayandre llevaba un muestrario cuyo valor era excepcional, en comparación con sus operaciones habituales. Normalmente, sus ventas eran más modestas. La operación era una vil trampa que acabó con su trágica muerte. La causa está aún por determinar definitivamente, aunque se trabaja con la hipótesis de la asfixia o de un golpe contundente.
Carlos Moreno, autor confeso del homicidio, y Óscar Tello, cómplice y colaborador en el crimen actúan con total frialdad a la hora de deshacerse del cuerpo. Lo sacan del piso y lo trasladan en el coche de propia la víctima hasta el barranco asturiano.
Después continúan hasta Oviedo e, incomprensiblemente, dejan aparcado el Peugeot en una zona de carga y descarga. La grúa lo retira al día siguiente, 19 de enero. Pero la Policía no descubrió su paradero hasta siete u ocho días después, algo que no deja de ser llamativo cuando se apuntó al coche desde el principio como un elemento esencial en el esclarecimiento del caso.
Hay quien se pregunta si la vendedora tomó las necesarias medidas de seguridad. ¿Por qué no desconfió? Para Marta Villayandre no había dudas. De haber sido así, no hubiera acudido a la cita. La venta de joyas a domicilio no es una actividad corriente. Pero tenía a sus espaldas casi dos décadas de experiencia, confianza y pericia en su trabajo.
«A Marta la engañaron», dijeron desde el principio personas muy allegadas. Y no era fácil confundir a una mujer como ella. Responsable, metódica, seria en su trabajo. Alegre, discreta, integrada en el entorno escolar de su hija; arraigada y querida en la montaña oriental.
En Valdepiélago, donde la familia posee un chalé, pasaba muchos fines de semana y casi todo el verano. «Marta era una enamorada de la montaña y aquí venía a respirar el oxígeno que le permitía respirar y coger fuerzas para la semana», comenta un vecino de Valdepiélago. Siempre participaba en las fiestas y en la romería de Valdorria. En este pueblo celebró su matrimonio hace casi diez años y aunque ahora estaba divorciada mantenía una relación cordial con el padre de su hija, natural de La Vecilla.
De Adrados llega el lamento del luchador Rowland Muntalá, oriundo de Ghana. «Su familia me ha querido mucho. Su hermano es muy buen amigo mío. Cuando comencé con mis papeleos venía a dormir a su casa a León y siempre a mi lado estaba él». Recuerda que Marta siempre le invitaba a café. «Sólo pido una cosa: que se haga justicia, soy un emigrante, me siento un español más y quiero que la gente sepa cómo nos sentimos», informa A. Barreñada .
Los trece días de angustia de su desaparición y el trágico final, se han vivido con especial dolor en este rincón de la montaña, donde pronto se le dedicará una calle en su recuerdo y homenaje.
El crimen de Marta Villayandre ha conmocionado a León.Y el eco de la solidaridad con su familia está llegando de más allá de los límites provinciales. Hasta mediados de febrero joyerías de toda España colgarán de sus escaparates el cartel: «En solidaridad con la familia de Marta Villayandre para expresar la «severa repulsa por el brutal asesinato de Marta Villayandre» y reivindicar «el derecho a trabajar con seguridad». «Somos un sector de alto riesgo, tanto en venta directa como en establecimientos y reivindincamos un endurecimiento de las penas en todos los delitos que afecten al sector desde que Felipe González era presidente», señala el presidente de la Asociación Leonesa de Artesanos Joyeros, Jesús Prieto Olite.
Solidaridad en Cataluña. El Colegio de Joyeros de Cataluña ha colgado el cartel -"en versión catalana-" en su página web y también lo ha distrubuido para que lo exhiban en sus escaparates las joyerías que lo deseen de su ámbito territorial. «En el mes de noviembre asesinaron a puñaladas a un colegiado y ahora queremos solidarizarnos con la familia de Marta Villayandre», explica Joan Ignasi Moreu, director general del Colegio de Joyeros de Cataluña, quien resalta el aumento de la criminalidad.
FUENTE: www.diariodeleon.es